ÉL
El primer libro fue algo involuntario. Estaba ojeando el tocho inconmensurable de Jaume Cabré, Yo confieso. Me habían asegurado que valía mucho la pena. Que las técnicas para saltar de un tiempo a otro sin apenas indicación alguna eran increíbles. Estaba sopesando dos cosas, el peso y el precio, casi novecientas páginas debían valer un ojo de la cara, cuando me sonó el
teléfono. Apenas había cobertura y salí a la calle. Me llamaba Nelly, mi hermana, que necesitaba que fuera a buscarla al súper, pues había cargado más de lo que pensaba y no podía con las bolsas. Hablando con ella seguí calle abajo, sin darme cuenta de que llevaba el tocho en la mano. Hasta que no colgué no fui consciente del libro. Ya no me daba tiempo a volver, así que pensé en devolverlo después de comer. Pero esa tarde se me complicó la vida y no pude. Y por la noche quise hacerme una idea del tema. Leí unas doscientas páginas del tirón antes de dormirme. Por la mañana tenía el propósito de acabarlo antes de devolverlo. Total ya había dormido fuera de la librería una noche. Podría hacerlo otra más. Lo restituí dos días más tarde.
Rafipa
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