Yo quiero tanto a Rita… La amo con locura. Siento una pasión que no puedo controlar. Una pasión que sin embargo sí pude ocultar por un largo tiempo. No fue sin angustia. Al principio mi esposa Isabel no sospechaba, pero como ocurre con cada amor imposible, un descuido hace que todo salga a la luz. Fue un descuido mío. Fue mi culpa. Nadie sospechaba. Ocultábamos nuestro amor con una eficacia envidiable.
Recuerdo en más de una ocasión haber llegado al hotel manejando solo, estacioné y esperé que no hubiera gente alrededor, recién allí Rita, que estaba en el baúl del auto, me acompañó hasta la habitación para poder hacer el amor sin testigos. La suavidad de su cuerpo me enloquecía. Ahora que no la tengo más conmigo a veces siento un tremendo vacío en mi interior, trato de sobrellevar su ausencia, de resignarme, pero es tan difícil…
Carlos Caprioli
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