La madrugada y el alcohol me llevaron hasta un mugriento bar de las afueras.
Pedí otra copa de ron mientras una voz ronca y cansada desgranaba
Me cansé de rogarle;
con el llanto en los ojos
alcé mi copa y brindé por ella;
no podía despreciarme.
Era el último brindis
de un bohemio por una reina.
Los mariachis callaron.
Rafi Bonet
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