Mi editor me llamó a las diez de la mañana para pedirme que escribiese un cuento.
– Un cuento negro, tío, uno de esos cuentos con muerto, violento y triste, ya sabes lo que le gusta a la gente.
– ¿Para cuando lo quieres?.
– Como mucho tres o cuatro días.
– No tengo nada.
– Invéntalo, puedes hacerlo.
No se me dan muy bien los cuentos muy cortos y se lo dije.
– Inténtalo, -repitió
Me olvidé del cuento y seguí a lo mío, era la tercera vez que enfocaba el final de una novela que seguía resistiéndoseme.
Luís Gutiérrez
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