Llovía a cántaros. Llevaba así desde primera hora de la mañana y no parecía que fuera a escampar en todo el día. Las azoteas de los edificios apenas se veían a través del chaparrón. Desde el ventanal de la casa, Maribel miraba hacia la fortaleza de La Mota sin llegar a atisbarla. Abajo, los coches circulaban a toda prisa intentando llegar a sus casas a la hora del almuerzo. Se acomodó en el sofá de cuero negro, se colocó las gafas de leer y cogió de la mesita una conocida novela. La protagonista se había mudado a una casa espectacular, elegante y minimalista. Un lugar para empezar de cero y ser feliz tras romper con su anterior pareja. Ahora, había conocido a un atractivo y enigmático arquitecto que bien parecía sacado de Cincuenta Sombras de Grey y la transportaba a las estrellas. ¿Por qué no podía ser ella como aquella joven? Arriesgarse y pasar página era una de las opciones. La otra, volver a intentarlo una vez más.
Blanca Cabañas Fernández
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