Las antiguas puertas de Modas Mercedes se cierran tras las espaldas de la señora Emilia. Sobre su brazo izquierdo cuelga una bolsa de tela de rejilla cargada de naranjas, las asas clavándose implacablemente sobre su piel. Cargada como se encuentra, uno esperaría que su figura, arrastrada por el peso de las naranjas, tendiera hacia el lado izquierdo, pero sucede precisamente lo contrario: esforzándose por mantener el equilibrio, su cuerpo se inclina hacia el lado derecho, tratando de cubrir con su sudorosa mano una enorme rasgadura que se ha abierto a lo largo de la falda y que amenaza descubrir la piel de sus piernas varicosas.
Andrea Coca Gómez
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