Elisabet…. Todo en ese nombre me gustaba. La ele, que hace deslizar la lengua sobre el paladar. La ese, tan vibrante en los labios. La be, como un beso brevísimo y mudo. La te, llena de fuerza para marcar un espíritu luchador. La i, esbelta como un junco. La a, que llena los pulmones de aire. La e, decidida y práctica. Siempre había sido mi nombre de chica favorito. Otros, en cambio, no me gustaban nada. Jamás podría salir con una chica que se llamase con uno de ellos, ni, aunque fuese la última mujer sobre la Tierra.
Así que el día que me presentaron a mi Elisabet fue como si el cielo se hubiese abierto ante mí. Era muy atractiva, una gran conversadora, muy divertida y más o menos teníamos los mismos gustos e intereses.
Edu Beltran
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