Siempre pensando que seríamos invencibles.
Siempre juntos. Siempre fuertes.
Trato de descifrar este laberinto de emociones, de errores, de fracaso, pero no lo consigo.
Y aún recuerdo cómo te veía, recuerdo esa sensación indescriptible que crecía en mi estómago cuando tus labios dibujaban una sonrisa. Recuerdo el orgullo al pasear junto a ti, cogidos de la mano, aunque nunca fuimos muy de eso. Rápido nos cansábamos nos soltábamos, porque para quererse no hace falta ir agarrados. Para quererse no es necesario que resulte evidente.
Marta Yanci Serrano
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